El periódico catalán El Punt Avui ofreció la semana pasada un extenso artículo sobre el estado del mercado inmobiliario en Japón, destacando la oferta innovadora de proponer casas en subasta a extranjeros de Tu Casa en Japón.
Pueden leer el artículo en original en catalán aquí o bien la traducción que les ofrecemos a continuación
Casas baratísimas en Japón
· El país asiático es una excepción en el sector inmobiliario global: hay más de 10 millones de viviendas esperando comprador
· Miles de extranjeros comienzan a invertir en un mercado donde se venden propiedades típicas japonesas a partir de 3.500 euros
· Muchos compran un inmueble, residen una parte del año y el resto lo alquilan para recuperar la inversión
El mercado inmobiliario japonés pasa uno de los momentos más extraños de su historia: mientras los precios inmobiliarios en Tokio alcanzan cifras que no se veían desde la burbuja de 1980, en gran medida debido a los inversores extranjeros que compiten con los empresarios japoneses por la falta de oferta de viviendas de lujo en el país, más de diez millones de casas en todo el país esperan a pacientes la llegada de un comprador. Si bien en Catalunya es cada vez más difícil acceder a una casa en propiedad, en Japón abundan las casas vacías a precios sorprendentemente bajos –algunas a partir de 3.500 euros– y la mayor parte disponen de tierras de cultivo.
Según los datos de la consultora Tokyo Kantei, el precio del metro cuadrado de la vivienda alcanzó los 1,62 millones de yenes (10.247 euros) en el tercer trimestre del año pasado, por encima del máximo de 1,4 millones de yenes (8.861 euros) registrado en 1990, y el precio medio de los nuevos apartamentos ha batido récord, al ascender a 88,7 millones de yenes (560.000 euros) en el primer semestre. Aunque los precios todavía se sitúan por debajo de los de otros metrópolis, numerosos analistas sostienen que han alcanzado niveles considerados inasequibles para la mayoría de los residentes. Esta situación contrasta, en particular, con áreas de dimensiones equiparables, como Hong Kong. Según una de las consultoras internacionales de propiedades inmobiliarias, el precio medio de una vivienda asciende a 1.344.637 euros, con un rango que va desde los 450.000 hasta los 9,5 millones de euros.
En el otro plato de la balanza se encuentran las zonas suburbanas y rurales del país, donde algunas están tratando de revitalizarse invitando a familias a vivir y ofreciendo casas gratuitas si cumplen una serie de condiciones, como ser residentes legales en el país , tener una familia con miembros menores de cuarenta años, uno o dos hijos, etcétera. Los gobiernos locales japoneses prefieren ofrecer gratuitamente estas casas abandonadas porque, si no, pueden afectar al paisaje y ser peligrosas, si se derrumban.
Aunque muchos municipios han establecido nuevos impuestos para incentivar a los propietarios a demoler o mantener las casas, la disminución de la población japonesa ha dejado muchos hogares sin reclamar. Muchas de estas residencias han sido abandonadas por diferentes motivos, aunque la causa principal suele ser la muerte del propietario original. A veces, un heredero se niega a aceptar la casa que dejaron a sus familiares o los parientes a los que se les ha traspasado la casa no la necesitan y no quieren vender el terreno familiar por respeto. En cualquier caso, el resultado suele ser el mismo: una casa vacía que se deja abandonada y se deteriora.
Para intentar incentivar el traslado de familias de las grandes ciudades a regiones rurales, instituciones locales y regionales de todo el país han puesto en marcha páginas web donde se recopilan listas de propiedades, pero algunos del sector privado no creen que estas soluciones gubernamentales ayuden adecuadamente a los compradores interesados y han creado sus propias empresas para facilitar las transacciones. Una es Tu Casa en Japón (www.tucasaenjapon.com), un consorcio eurojaponés especializado en subastas de casas que ayudan a ciudadanos extranjeros a adquirir propiedades inmobiliarias en el país.
Una de las primeras dudas que tienen muchos clientes es si los extranjeros pueden adquirir propiedades en el país, explica el experto inmobiliario en subastas del consorcio José Miguel Ywasaki. “Japón es un país muy estable que ofrece una seguridad jurídica equiparable a los mejores estándares europeos”, asegura. El responsable de esta firma, especializada en nómadas digitales y profesionales liberales que quieren pasar una parte del año viviendo en Japón y trabajando online desde la nueva casa, asegura: “Una parte de nuestros clientes compran una propiedad en un sitio tranquilo pero bien comunicado y pasan entre tres y seis meses en el país aprovechando que el pasaporte les permite estar en visado turístico hasta seis meses al año”. “Trabajan desde casa una parte del día y el resto del tiempo se dedican a disfrutar del país”, explica Ywasaki.
“Muchos de nuestros clientes renuevan su casa para que sea lo más cómoda posible para sus propósitos de trabajo y ocio respetando las tradiciones arquitectónicas del país, y posteriormente, en las épocas del año que no residen en el país, las alquilan en otros profesionales liberales o en plataformas como Airbnb, y en pocos meses suelen recuperar la inversión realizada en la propiedad”, desvela Ywasaki. Y muchos tienen la posibilidad de evitar pagar impuestos en ningún país, ya que no se les puede considerar residentes fiscales.
“Actualmente Japón tiene muchas ventajas para los ciudadanos extranjeros: con un yen registrando mínimos históricos, el coste de la vida en Japón es relativamente bajo en comparación con otros países desarrollados y esto hace que sea más fácil para nuestros clientes ahorrar dinero y vivir cómodamente”, comenta Ywasaki. Pero ésta no es la única virtud que posee Japón para hacer atractiva la idea de residir en ella parcialmente: la insignificante tasa de criminalidad y la seguridad, así como sus excelentes infraestructuras de transporte, atención médica y educación, hacen que el país sea una magnífica opción para aquellos que buscan un lugar asequible, seguro y atractivo para vivir y trabajar al menos una parte del año.